jueves, 11 de noviembre de 2010

Gran artículo de J. Félix Machuca hoy en ABC

Como Del Nido

No es Kevin Kostner en Robin Hood. Es Del Nido luchando contra los dos ricos que empobrecen a nuestro fútbol

Día 10/11/2010 - 22.40h
Puedo escribir de Del Nido sin pasar por ventanilla. Me une a él, exclusivamente, la pasión deportiva por unos colores, cada día más hermosos. Pero no más. No le debo un mal canapé; ni un gañote en el palco; ni un pase de favor para ver de válvula a mi equipo. No le debo nada que alimente la vanidad ni la tontería de ser o estar. Le debo, en todo caso, algo mucho más importante que todo eso. Le debo haber hecho realidad los sueños de mi padre. Que hace demasiado tiempo que me dejó solo. Le debo, pues, haber puesto en el libro de la Historia blanca, todo lo que mi viejo vio en el vetusto y nuevo Nervión. Y a lo grande. No es poco lo que le debo al presidente por ahí, por el costado de la melancolía. Pero eso no me impide ni cohíbe pensar con libertad de José María del Nido. Mucho menos escribir sobre su presidencia.
Cierta vez, a raíz de algo que escribí o pregoné y que no le disgustó mucho, me llamó agradecido para invitarme al palco. Le dije que quería ir con mi hija. Patricia es menor de edad. También lo es mi ahijado Jorge, al que le hubiera presentado el mejor regalo que a un niño se le puede hacer antes de que pierda la patria verdadera de la infancia. Por lo tanto no puede ir al palco ni con Patricia ni con mi ahijado. Porque las reglas existen para cumplirlas todos. Absolutamente todos. Decliné, con la misma cortesía con la que me invitó el presidente, ir al palco. Y entiendo que, cuando pueda ir con Patricia, ya por entonces mayor de edad, lo mismo tengo las rodillas peor que las de Tiberio. O ella será lo suficientemente hermosa como para desaconsejar su presencia en lugar de honor. Solo su hermosura sería superior a la de nuestro equipo. Y la gente miraría al palco y no a los dibujitos de colores que hacen del Pizjuan una fábrica de sueños.
Así pues no le debo nada ni a Hacienda, que ya es decir con la que está cayendo. Y que puedo cabrearme con el presidente por el precio de los abonos, por algunos fichajes de los últimos tiempos, por beber demasiado vino triunfal celebrando la ruta imprecisa del equipo, por esa soberbia que solo pueden exhibir los ganadores, para bien y para mal. Pero nada de eso quita nada como cuando me acuerdo de tanto y oigo en mi memoria, tras la última Copa que se trajo de Madrid, aquel grito suyo tan espartano y tan de Nervión: ¡¡¡qué grande eres, Sevilla, qué grande eres!!!
De Madrid se trajo Del Nido nuestra última Copa en los campos de fútbol. Y de Madrid trata de traerse, con mucha casta, valentía, osadía, pulso e inteligencia, otra desde los despachos. Fundamental esta copa de despachos televisivos para poder optar a los títulos futbolísticos. La Copa de los dineros de la televisión. Valoro su arrojo en la medida de su singularidad, porque ni en ámbitos autonómicos y nacionales, nadie, absolutamente nadie, le ha echado tantos timbales a Madrid y a Barcelona, esas chinitas en el zapato del país que tanto desequilibran el caminar del resto de los españoles. Quiero que sepan que este tipo, con todos sus excesos y, quizás, gracias a ellos, los tiene como el caballo del Espartero y que en nombre de la igualdad y la competitividad deportiva está luchando para que se reparta mejor lo que es de todos. No es Kevin Kostner en Robin Hood. Ni falta que le hace. Es Del Nido luchando con los dos ricos que empobrecen a nuestro fútbol. Y eso lo sabe hasta mi hija Patricia…

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